viernes, 2 de septiembre de 2011

EL CIRCO COMO EXPRESIÓN DE DOMINACIÓN Y MALTRATO




¿A quien se le ocurre que las rutinas de los animales del circo son aprendidas a través del cariño y amor?, no importa cuánto lo repitan los representantes de los circos que emplean animales en sus espectáculos. Esto no es cierto.



¿A quién se le ocurre que los animales empleados en este medio se sienten bien en sus presentaciones ó fuera de ellas?

Esos, apenas minutos, para quienes asisten a estas funciones representan años de malos tratos, de entrenamientos por medios violentos para lograr así esas proezas que tanto divierten al público. Años de permanente intimidación, de castigos, no solo durante el adiestramiento, pero incluso justo antes de las presentaciones, como recordatorio de que no puede haber errores y que de haberlos habrá más castigo, es lo que le toca padecer a estos desafortunados seres.






El “aprendizaje” se adquiere por medio del condicionamiento negativo,  para evitar recibir latigazos, castigos ó  ser privados de comida. Por la imposición a través de la fuerza.




El oso que baila, por ejemplo, “aprendió” a hacerlo sobre una plancha de metal caliente.

Los animales que responden al sonido del látigo lo hacen obviamente por que éste genera terror en ellos.



Garfios y ganchos metálicos inaparentes, dispositivos ocultos que inadvertidamente producen descargas eléctricas, son empleados de manera disimulada durante las presentaciones y ha sido demostrado que entrenadores previo al espectáculo han golpeado violentamente a los animales a su cargo como advertencia de lo que se espera de su actuación.

En entrevista con Paul Leroyer, domador arrepentido, éste deja ver que “es imposible domar a un animal sin violencia, ya que hay que obligarlo a someterse, obligarlo a ejecutar algo que no quiere hacer y que tampoco entiende”. Agrega, que “se trata de una escalada de terror donde se torturan animales por dinero”.
Investigaciones hechas y grabadas por PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) han dejado en evidencia por ejemplo a Tim Frisco, entrenador de larga data de elefantes, mientras golpeaba a unos elefantes y les aplicaba descargas eléctricas, mientras estos “gritaban” intentando escapar de los ataques.












 
 Éste recomienda entonces a otros entrenadores lastimar a los elefantes hasta que “griten” pero que no lo hagan a la vista del público, que usen los ganchos metálicos con las dos manos hundiéndolos en la piel hasta que los elefantes griten de dolor, sugiriendo incluso hacerlo detrás de las orejas donde la piel es más sensible y las lesiones escapan a la vista.


















Estos métodos de “entrenamiento” son comunes en la industria del circo.
Hay quien ha usado un soplete simplemente para quitar el pelo de la piel de un elefante.

El estrés permanente al que están expuestos por éste motivo y las inaceptables condiciones en las que son mantenidos, donde el confinamiento genera conductas inesperadas ha sido insoportable al punto que algunos intentando escapar a esa situación han muerto a manos de fuerzas de seguridad pública al constituir entonces una amenaza para la integridad de las personas y/o bienes.












¿Se justifica  entonces, que un
animal sea arrancado del medio que le es propio, llevado a otro que le es totalmente ajeno y hostil, para llevar una vida de pesadumbre hasta el final de sus días, que nada tiene que ver con la que le es propia, y todo para generarle dividendos a los representantes de esta siniestra industria que tras las lentejuelas, luces, bambalinas, risas y fantasía esconde dolor, mortificación y las bajas pasiones derivadas de la insensibilidad del hombre en su afán de lucro con la excusa de un espectáculo que forma parte de un estilo de vida que no tiene miramientos a la hora de las consideraciones éticas, lógicas ó simplemente humanitarias?

No hay compasión!

RECHACEMOS LOS CIRCOS DONDE SE EMPLEEN ANIMALES.

NO PARTICIPEMOS EN ESTE TIPO DE ESPARCIMIENTO A COSTA DEL MALTRATO ANIMAL.

NO SEAMOS COMPLICES DE ESTE ATROPELLO

APOYEMOS LOS CIRCOS SIN ANIMALES.